A lo largo del ciclo menstrual, tu cuerpo sufre numerosos cambios debido a la acción de las hormonas. Algunos de ellos puedes notarlos tú misma como, por ejemplo, los síntomas de la menstruación o de la ovulación, pero otros suceden sin que te des cuenta.

Gran parte de estos cambios están relacionados con el endometrio, que es el tejido que recubre el interior del útero. Este tejido es dinámico y su grosor varía por la acción de las hormonas sexuales (estrógenos y progesterona) con diferentes objetivos: por una parte, debe prepararse para una posible implantación del embrión y, por otra, debe evacuarse, en caso de no haber embarazo, a través de la menstruación.

El papel del endometrio y su implicación en el éxito reproductivo es fundamental, especialmente en los tratamientos de reproducción asistida. De hecho, si el endometrio no es receptivo, pueden darse fallos de implantación de forma repetida, una de las principales causas de infertilidad femenina.

Cambios en el endometrio durante el ciclo menstrual: fase proliferativa, fase secretora y fase menstrual

Tras la menstruación, el endometrio se encuentra listo para aumentar de tamaño. En esta fase, llamada proliferativa, el estrógeno promueve la liberación de células que aumentan el espesor, los vasos sanguíneos y las glándulas exocrinas del endometrio.

En la fase lútea del ciclo menstrual, justo después de la ovulación, el endometrio tiene un aspecto trilaminar. Es la fase secretora, su momento de mayor grosor y también el de mayor receptividad endometrial.

Si se produce la implantación, tras ella comenzará la gestación; en caso contrario, el endometrio volverá a desprenderse y se iniciará un nuevo ciclo menstrual (fase menstrual).

¿Qué es la receptividad endometrial?

La receptividad endometrial es la capacidad del útero para permitir que un embrión pueda implantarse, dando así comienzo a la gestación.

El endometrio únicamente es receptivo algunos días del ciclo menstrual. Esto es lo que se conoce como ventana de implantación.

  • ¿Por qué es importante la receptividad endometrial?

En el momento de mayor receptividad, el endometrio tiene el grosor y los nutrientes necesarios para una correcta interacción con el embrión. Esto es fundamental para lograr la implantación embrionaria, pero también para el desarrollo de la placenta y, en última instancia, para conseguir un embarazo viable.

Fuera de este periodo, el embrión, aunque sea euploide y viable, no puede adherirse al endometrio y, por lo tanto, no puede implantarse.

  • ¿Cómo se mide la receptividad endometrial?

Conocer la ventana de implantación es muy importante en los tratamientos FIV, ya que la transferencia de embriones debe hacerse cuando el endometrio es más receptivo.

Esto ocurre únicamente en un periodo de entre 12 y 48 horas. En mujeres con ciclos menstruales regulares, la ventana de implantación, es decir, el momento de mayor receptividad endometrial, puede darse entre los días 19, 20 y 21 del ciclo menstrual.

Sin embargo, algunas mujeres presentan una mayor receptividad uterina en momentos distintos. Es lo que se conoce como ventana de implantación desplazada.

En estos casos, antes del tratamiento FIV, conviene realizar diferentes pruebas para saber el momento exacto en el que el endometrio será más receptivo.

Una forma de valorar la receptividad uterina es realizar una ecografía para medir el grosor del endometrio. Cuando este mide entre 8-12 mm y tiene un aspecto trilaminar, es el momento perfecto para la implantación. Si el grosor del endometrio es inferior de 7 mm o superior a 13 mm, las posibilidades de implantación disminuyen.

  • ¿Qué pasa cuando la receptividad endometrial es baja?

La baja receptividad endometrial puede ser sinónimo de infertilidad.

Los principales motivos por los que el endometrio no es receptivo son:

  • La presencia de anormalidades en la cavidad uterina (pólipos, miomas, etc.).
  • Algunos procesos infecciosos o inflamatorios (endometritis, endometriosis).
  • El llamado «endometrio refractario» (el endometrio es demasiado fino).
  • Las trombofilias.
  • Algunas alteraciones genéticas.
  • Enfermedades inmunológicas sistémicas (como el lupus o la vasculitis).
  • Las alteraciones en la microbiota uterina.
  • La incompatibilidad de “diálogo” entre embrión y endometrio por motivos morfológicos y funcionales.

Baja receptividad endometrial en tratamientos de fertilidad

En este tipo de casos que, por otra parte, son muy habituales en nuestra clínica, realizamos diferentes pruebas para conocer el origen de la baja receptividad del útero.

Si la paciente, por ejemplo, sufre endometritis o infección, deberá llevar a cabo un tratamiento específico con antibióticos. Y, en caso de endometrio refractario, nuestras ginecólogas pueden indicar la administración de fármacos para aumentar el aporte sanguíneo al endometrio, como: sildenafilo, pentoxifilina, vitamina A, vitamina E, etc.

En casos de hiperplasia simple (cuando el endometrio es más grueso de lo habitual y no está equilibrado celular y molecularmente) recomendamos seguir un tratamiento hormonal.

Sea cual sea el caso, en Equipo Juana Crespo siempre realizaremos un estudio exhaustivo y realizaremos las pruebas diagnósticas necesarias para establecer la estrategia de tratamiento más adecuada para cada futura mamá. ¿Hablamos?