Hay muchas caras detrás la maternidad.

Si eres madre, estás embarazada o estás luchando por conseguirlo, ya sabes que en la llegada de un bebé no todo es de color de rosa.

Es verdad que hay ilusión, ternura, amor y felicidad, pero en este camino también hay miedo, sufrimiento, incertidumbre y, además, en este último año, hemos añadido un nuevo ingrediente: la pandemia por COVID-19.

Si ya es difícil llevar con serenidad un tratamiento de reproducción asistida, embarazo y parto en condiciones normales, ¿te imaginas cómo puede serlo en medio de una pandemia?

Mª Ángeles sí que lo sabe.

Decidió ser madre en solitario y acudió a nuestra clínica con el deseo de formar una familia lo antes posible, en ese mismo año 2020. Su primer intentó falló, pero en el segundo iba todo bien hasta que se topó con la pandemia, el confinamiento y el cierre de todos aquellos servicios no esenciales. Su transferencia, que estaba ya preparada, se canceló de la noche a la mañana.

“Sentía un desasosiego total porque no tenía información, nadie sabía nada, ni cuánto iba a durar, ni cómo nos podía afectar… Después de estar en tratamiento tantos meses y tenerlo todo preparado, de repente, el sueño de ser mamá se paralizó por completo. Me había propuesto ser madre en ese mismo año, no quería posponerlo más, pero mis planes se cayeron y encima no tenía respuesta para nada”.

En busca de esas respuestas, Mª Ángeles fue atendida por su ginecóloga de Equipo Juana Crespo.

Mi ginecóloga habló conmigo y me dijo que intentara hacer una vida normal, que me tranquilizara, que todo pasaría, que no estuviera centrada en el tratamiento y en todo lo vivido anteriormente. Y eso es lo que hice. Intenté seguir cuidando la dieta, estar muy tranquila, relajada y esperar”.

Cada mes, Mª Ángeles avisaba cuando le bajaba el periodo con la esperanza de que llegara la ansiada transferencia. Y así, el 25 de mayo, cuando la situación de pandemia lo permitió, llegó el día. Tras pasar la prueba PCR por la mañana, esa misma tarde le fue transferido su embrión.

A pesar de la alegría, el embarazo de Mª Ángeles estuvo en secreto hasta los cuatro meses.

“Nadie sabía nada por el riesgo que suponía mi embarazo por mi edad y por el COVID. Era casi una obsesión porque nadie se acercara a mí, con mucho cuidado por todo, a dónde iba, con quién me juntaba, …”

A pesar de la pandemia, el embarazo fue bien hasta que llegó el parto. Entonces la historia se complicó, y mucho.

 

Paciente EJC

“Me toca dar a luz en plena ola de coronavirus, tras las navidades. Me tuvieron que realizar una cesárea tres semanas antes por unos problemillas. Y mi sorpresa es que, al día siguiente de dar a luz, la persona que me había acompañado en el parto dio posi

tivo, cuando el día antes había dado negativo.

Al estar en contacto directo con un positivo, tuvieron que aislarme sola en la habitación, sin ver a nadie, ni a mi hija que estaba en la UCI. ¡Fue horroroso!

Es lo que más me ha marcado de todo este proceso de maternidad y pandemia. Porque tengo la sensación, incluso tres meses después, que no he vivido el nacimiento de mi hija como lo viven otras madres. Al ser una cesárea, la vi salir, con la mascarilla, oxígeno debajo de la mascarilla, anestesiada sin enterarme de nada, y vi a la niña de pasada antes de subirla a la UCI. No la pude tocar, hacer el “piel con piel”, verla sin la mascarilla, … ¡ni siquiera pude besarla hasta 10 días después de nacer, tras completar la cuarentena!”

 

 

Afortunadamente para Mª Ángeles y su pequeña, todo pasó y, al final, la pandemia les dio una ventaja: mucha intimidad.

“Si por algo se caracteriza el embarazo y estos primeros meses de maternidad es que han sido muy íntimos. Es lo único bueno que me ha traído la pandemia; que ha sido un conocimiento muy personal, íntimo y sereno con ella. Como las cosas van tranquilas me da tiempo a compartir el día a día con ella. Te da otra perspectiva de la maternidad”.

Este Día de la Madre para Mª Ángeles es especial. Hace un año estaba inmersa en el caos y con los embriones congelados. Un año después, disfruta del mejor regalo de la vida, una preciosa hija que llegó con la pandemia.

En medio del caos, la vida se abre paso

Al igual que Mª Ángeles, muchas otras pacientes se sintieron perdidas ante tanta incertidumbre. Mientras, en Equipo Juana Crespo, los especialistas se volcaron en encontrar las respuestas.

Para la Dra. Juana Crespo, con más de 30 años dedicados a la reproducción,

 

no ha habido en mi vida profesional, y a la vez personal, un momento más difícil. Hemos vivido también épocas de incertidumbre, pero tan difícil como el COVID, no. Ha sido una avalancha de incertidumbre desde todos los puntos de vista: social, sanitario, … No sabíamos si el coronavirus iba a afectar a los ovocitos, al semen o a causar malformaciones embrionarias o embarazos complicados. No sabíamos nada.

No podíamos dar garantía de que nuestras pacientes iban a tener un hijo sano y lo paramos todo. Aprendí mucho. Durante un mes, mi vida se centró en aprender el comportamiento del coronavirus en las células reproductoras. Más tarde supe que podía estar tranquila y dar tranquilidad y seguridad a mis pacientes. 

El camino hacia la maternidad a veces está cargado de angustia, de pena, de estrés y de decepciones, pero es la vida. Si eres capaz de cambiar tu actitud y tener claro que ser madre es una de tus prioridades, por supuesto que vas a llegar a ellos. 

Afortunadamente, la tecnología, la ciencia y la experiencia me han dotado de muchas armas para poder ayudar a que 40.000 pacientes hoy puedan celebrar su día, el de la madre”, explica la Dra. Crespo.

Desde Equipo Juana Crespo queremos desear feliz Día de la Madre y mucho ánimo para todas en estos momentos de incertidumbre porque sabemos que detrás de cada maternidad, siempre hay una cara B.