Según datos de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, alrededor de un 10 % de mujeres españolas sufre alteraciones en la tiroides. La más común es el hipotiroidismo.

Las mujeres que sufren hipotiroidismo suelen tener problemas de fertilidad, ya que esta enfermedad afecta a la producción de óvulos y al ciclo menstrual.

Las mujeres que sufren hipotiroidismo pueden asociar problemas de fertilidad, ya que alteraciones en las hormonas tiroideas pueden influir en el ciclo menstrual.

Por eso, cuando una mujer no consigue quedarse embarazada, es habitual evaluar el funcionamiento de su tiroides y comprobar sus niveles hormonales.

Por otra parte, el hipotiroidismo suele tener una causa autoinmune, siendo los anticuerpos del propio sistema inmunológico los que atacan la tiroides y alteran su funcionamiento. De ahí que hay una asociación entre las alteraciones tiroideas con complicaciones en el embarazo, especialmente abortos en 1er trimestre.

¿Qué es el hipotiroidismo?

Algunas patologías pueden afectar al funcionamiento de la tiroides, causando una producción de hormonas excesiva o insuficiente.

El hipotiroidismo es una enfermedad que provoca la hipoactividad de la glándula tiroides.

Esto significa que la tiroides tiene una actividad baja y produce menos hormonas de las que el organismo necesita para ejecutar sus funciones de manera “normal”.

El hipotiroidismo es una afección presente tanto en hombres como en mujeres.

Dependiendo del factor desencadenante, puede ser primario (un fallo en la propia tiroides) o secundario (una alteración en la hipófisis).

También existe otro tipo de hipotiroidismo, llamado periférico o terciario, mucho menos frecuente, relacionado con la incapacidad de los tejidos a responder a las hormonas tiroideas.

La tiroides: una glándula clave para la fertilidad y para el funcionamiento “normal” del organismo

La tiroides es una glándula endocrina ubicada en la parte frontal del cuello.

Tiene forma de mariposa y su función es producir, almacenar y liberar las hormonas tiroideas, conocidas como T3 (triyodotironina) y T4 (tiroxina), cuyo compuesto básico es la tiroxina.

Estas hormonas intervienen en el desarrollo del sistema nervioso y regulan el metabolismo, siendo fundamentales en procesos fisiológicos como controlar la frecuencia cardiaca, sintetizar de glucógeno, formar la vitamina A, regular el consumo de calorías, mantener la temperatura corporal o producir las células reproductivas.

Para realizar estas funciones, la tiroides recibe la ayuda de otras dos glándulas: la pituitaria, que se encarga de identificar la cantidad de hormonas tiroideas en sangre para producir más cuando sea necesario (a través de la secreción de TSH); y el hipotálamo, que libera TRH para que la glándula pituitaria produzca TSH.

¿Existen factores de riesgo asociados a esta enfermedad?

El hipotiroidismo puede afectar a personas de todas las edades y géneros, aunque es más habitual en mujeres en edad fértil (entre 15 y 45 años).

Su causa más frecuente es la tiroiditis de Hashimoto, una enfermedad autoinmune presente en 4 de cada 1.000 mujeres y 1 de cada 1.000 varones.

Algunos de los factores que aumentan el riesgo de padecer hipotiroidismo son:

  • Presencia de otras enfermedades autoinmunes, como diabetes, lupus o artritis reumatoide.
  • Tratamientos de radioterapia en pecho y cuello.
  • Cirugía de la tiroides.
  • Alteraciones genéticas y cromosómicas, como el Síndrome de Turner y el Síndrome de Down.
  • Algunos medicamentos.

Respecto a sus síntomas, no son especialmente llamativos (estreñimiento, piel seca, aumento de peso corporal, hinchazón en manos y pies, menstruaciones abundantes, disminución de la libido, dolor articular o muscular, etc.).

De hecho, el diagnóstico del hipotiroidismo se hace con una analítica, donde, además de valores hormonales alterados, suele ser habitual una cantidad elevada de colesterol en sangre.

Una vez diagnosticada la enfermedad, el tratamiento es sencillo: se administra medicación (normalmente tiroxina), cuya dosis es establecida y controlada periódicamente por el médico especialista.

Hipotiroidismo, fertilidad y embarazo

El aparato reproductor, tanto masculino como femenino, necesita una cantidad suficiente de hormonas tiroideas para funcionar correctamente.

Cuando una pareja tiene problemas para conseguir un embarazo, uno de los primeros pasos es comprobar sus valores hormonales en sangre.

Esto es muy importante porque un déficit de hormonas puede alterar procesos fisiológicos relacionados con la producción de óvulos y espermatozoides.

  • Hipotiroidismo y fertilidad femenina

La relación entre hipotiroidismo y fertilidad femenina es clara: esta glándula interactúa con las hormonas sexuales femeninas (los estrógenos y la progesterona) para garantizar el buen funcionamiento de los ovarios y la maduración de los óvulos.

Un nivel bajo de hormonas tiroideas puede provocar alteraciones de la ovulación, anovulación o ciclos menstruales irregulares por una descompensación de las hormonas FSH y LH (responsables de controlar el ciclo ovulatorio) e interferir en la liberación de óvulos.

La alteración del funcionamiento de la tiroides también se asocia con complicaciones durante el embarazo como abortos espontáneos (el porcentaje de riesgo en pacientes con hipotiroidismo se multiplica por cuatro), hipertensión, parto prematuro, restricciones en el crecimiento fetal o desprendimiento de la placenta.

  • Hipotiroidismo y fertilidad masculina

Aunque menos habitual en hombres (alrededor del 1 %), el hipotiroidismo también afecta negativamente a la fertilidad masculina, alterando la cantidad y calidad del semen.

Una baja cantidad de hormonas tiroides en el varón se relaciona con problemas en la producción y maduración de los espermatozoides, teratozoospermia (alteración seminal con un número elevado de espermatozoides con formas anormales), disminución del eyaculado y disminución de la libido y el deseo sexual.

Las mujeres hipotiroideas tienen elevadas tasas de infertilidad, más riesgos de fracaso en ciclos de fecundación in vitro (FIV) y mayor riesgo de complicaciones en el embarazo.

Por eso, el rápido diagnóstico de la enfermedad, hacer un seguimiento de las glándulas tiroideas y mantener bajo control los niveles hormonales es fundamental en los tratamientos de reproducción asistida.

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