Cuando conocemos a una nueva paciente, nunca llega sola: llega con su historia, sus dudas, sus intentos, sus miedos y, sobre todo, con un deseo profundo.
La historia de Rosa, que hoy vive en Bari, Italia, junto a su marido Aldo y su hijo Giulio María —nacido el 12 de abril de 2025—, es una de esas historias que nos recuerdan por qué trabajamos cada día.

Rosa y Aldo llegaron a nuestra clínica por primera vez en abril de 2023. Ella tenía 35 años, él 40. Tras varios años de intentos y recorridos que no habían dado respuestas claras, decidieron dar un paso decisivo: buscar una solución real para formar su familia.

“Decidimos venir a Valencia porque aquí teníamos esperanza”

Cuando le preguntamos cómo nos había conocido, Rosa nos lo explicó con la sinceridad que la caracteriza:

“Un conocido me habló de vosotros. Tenía amigos que no conseguían tener un segundo hijo y después de muchas clínicas, con vosotros lo lograron. Nosotros estábamos desesperados, en Italia nadie entendía mi situación. Decidimos asumir el esfuerzo de venir cada vez a Valencia… nos daba más esperanza que seguir intentando sin éxito.”

(Audio Real)

Y la esperanza es, a veces, el motor que inicia todo.

Un camino complejo, lleno de pausas, cambios de rumbo y mucha resiliencia

Rosa lo resume así, con claridad:

“La historia ha sido bastante complicada… ha pasado de todo.”

Tras la primera consulta, se le solicitó a Rosa una histerosalpingografía, prueba diagnóstica que reveló un cuadro clínico delicado: sospecha de adenomiosis y dos quistes ováricos además de una baja reserva y mala calidad ovocitaria.
Un escenario difícil, que exigía precisión milimétrica.

Literalmente cada paso supuso un reto:
– Estimulaciones con resultados irregulares,
– ciclos que hubo que detener,
– un verano de pausa obligatoria,
– cambio de médico por baja de maternidad—de la doctora Nadia Caroppo al doctor Adolfo De Prado—,
– un ciclo fallido por la calidad seminal de Aldo alterada tras el Covid.

“En noviembre salió todo mal… lo que se había formado no llegó a día 5. Mientras tanto me hice una histeroscopia quirúrgica con vosotros para limpiar el útero y devolverle su forma natural.”

Rosa lo cuenta con sus palabras:

(Audio Real)

Después vinieron dos meses de preparación endometrial. Pese al cansancio emocional, Rosa siguió adelante.

En febrero se realizó el primer transfer de los embriones obtenidos en octubre: negativo.

Y aun así, lejos de rendirse, Rosa y Aldo volvieron a reordenar su camino.

El Dr. De Prados recomendó avanzar con Revitalize, el tratamiento propio de la clínica de PRGF (plasma rico en factores de crecimiento) y una nueva estimulación con estudio genético preimplantacional.

“El 28 de abril me hicieron la punción. Sólo resultó viable un embrión… pero era un embrión AB+, de excelente calidad. Ese único embrión era Giulio.”

Un único embrión. El correcto.

Meses más tarde, otra estimulación no consiguió embriones euploides. Otro golpe.
Pero Rosa vuelve a levantarse.

Finalmente, en julio de 2024 realizamos el transfer del embrión obtenido en abril.

Ese embrión que lo cambiaría todo.

“Al final lo conseguimos… y ahora Giulio está aquí con nosotros”

Cuando Rosa nos cuenta como fue el día que supo que estaba embarazada, su emoción traspasa cualquier palabra. Todos los viajes Bari–Valencia, cada espera, cada miedo, cada decisión… de pronto, tenían sentido.

“Ha sido una historia larga y complicada… pero al final salió bien.”

Pacientes como Rosa nos demuestran que la fuerza de la esperanza y la constancia, sumado al valor de la ciencia y la destreza de nuestros doctores para dar diagnósticos precisos, logran el objetivo que tenemos todos en Equipo Juana Crespo, formar familias.

Como clínica, acompañar a Rosa significa acompañar a todas las mujeres que han sentido alguna vez la frustración de no entender qué ocurre en su cuerpo o por qué no logran ese embarazo tan deseado.
Significa apostar siempre por la medicina personalizada, la investigación, la precisión y el acompañamiento humano.

Hoy, al ver a Giulio María, recordamos que la ciencia está hecha de números, técnicas y protocolos…
pero también de historias, de emociones intensas, de lágrimas que se mezclan con sonrisas, de segundas oportunidades.

Y es por historias como la de Rosa y Aldo que seguimos trabajando con la misma pasión.