El miércoles 19 de octubre es el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, uno de los tumores más frecuentes en la población. Según los expertos, una mujer de cada ocho padecerá este tipo de cáncer a lo largo de su vida.

Afortunadamente el cáncer de mama es uno de los tumores con mayor tasa de supervivencia, pero cuando el diagnóstico llega en el periodo fértil de la mujer, son muchos los sueños y los proyectos que se paralizan, pues el paso del tiempo y la agresividad de los tratamientos son implacables con la mujer. Esta es la historia de Raquel, un ejemplo de ello.

Raquel, la chica que quería ser madre

Raquel es una chica del norte, estilosa, muy mona, de las que aparentan haberlo tenido todo relativamente sencillo en su vida; una chica con suerte. Sin embargo, al minuto de hablar con ella, percibes que alberga algo especial más allá de su físico, de su manera de hablar o de su ropa. La intuición te dice que hay mucho más que rascar. Que es tan feliz porque sabe disfrutar de las victorias ganadas a la vida y eso se refleja por dentro y por fuera.

Raquel acababa de cumplir 37 años y llevaba unos 2 años buscando un embarazo que no llega. Aunque aparentemente todo estaba bien, pidió cita para iniciar un tratamiento de reproducción asistida por la Seguridad Social y fue incluida –junto a su pareja– en la lista de espera. Mientras esperaba a ser llamada para iniciar el tratamiento –con toda la ilusión y la esperanza que eso conlleva–, Raquel toma durante 6 meses un complejo hormonal enfocado a mejorar las condiciones del útero y facilitar la implantación.

Un día, después de haber terminado con esas pastillas, Raquel se palpó un bulto en la mama y todo cambió. Desde entonces, los médicos ya no le hablan de tener hijos ni de formar una familia. Palabras como biopsia, quimio, radio, tratamiento hormonal u oncólogo son el nuevo vocabulario que ha empezado a ocupar ese lugar. 

“Lo primero que hice fue imaginarme tirada en la cama de un hospital, con un pañuelo en la cabeza. Me acordé mucho de mi prima que había muerto de cáncer de mama a los 45 años”, comenta Raquel.

Los primeros días Raquel llora, llora mucho, llora sola y con su familia. El diagnóstico no le deja dormir. Ha sido todo tan rápido que no ha tenido tiempo de cambiar nada. Luego comienzan las pruebas y su futuro adquiere un tono menos oscuro, parece que todo va a salir bien. Raquel decide que va a salir de esta, que es lo que hay: toca afrontarlo y tirar para adelante.

Objetivo: erradicar el cáncer

La biopsia confirma el diagnóstico y se le practica una mastectomía, tras la cual toca evaluar los siguientes pasos. La oncóloga establece un protocolo que en muchos hospitales suele ser generalizado en las mujeres afectas de un tumor en el pecho, consistente en unas sesiones de quimio o de radioterapia más un tratamiento hormonal. En el caso de Raquel le hablan de radioterapia y de un tratamiento hormonal de ¡10 años! Raquel no tiene afectados los ganglios, la operación ha salido bien y nadie parece tener en cuenta que Raquel es una mujer de 37 años que quiere erradicar el cáncer y poder retomar sus sueños y su vida, entre ellos disfrutar del amor de su pareja y formar junto a él una familia. Siguen queriendo ser padres.

Suele ser habitual que en ciertos hospitales carezcan de un protocolo personalizado para estos casos, sus médicos prescriben las terapias disponibles sin tener en cuenta las circunstancias particulares de cada persona, aplicando un enfoque unidireccional de erradicación de la enfermedad.

Normalmente nadie informa de que estos tratamientos tan agresivos pueden afectar a su fertilidad imposibilitando ser madre con sus propios gametos. Tampoco de que es posible, antes de comenzar con el tratamiento oncológico, realizar una estimulación controlada con un protocolo de “paciente oncológica” destinado a vitrificar los óvulos o los embriones para que, una vez superada la enfermedad, la mujer/pareja puedan tener hijos con sus propios gametos.  

En su caso, Raquel buscó nuevas opiniones de otros médicos y todos –al evaluar su caso detenidamente– coincidieron en que ella no necesitaba una terapia agresiva.

Cirugía reconstructiva mamaria: la superación total

Para Raquel era importante reconstruir su pecho. Internamente estaba superado y externamente necesitaba dejarlo atrás, verse como siempre. Su reconstrucción mamaría se realizó un año después del alta. A pesar del impacto visual de los primeros días, nunca le afectó verse sin pecho; sin embargo tomó la decisión y se reconstruyó la mama en tres fases. Una primera fase en la que le pusieron un expansor, en una segunda fase sustituyeron el expansor por una prótesis y en la tercera se reconstruyeron la aureola y el pezón.

“Durante la reconstrucción decidieron tocarme el pecho sano y no salió bien, llevo tres operaciones en el pecho sano para arreglarlo a nivel estético. Ahora ya he decidido que se queda como está, que no me someteré a ninguna cirugía más para dejarlo bien. Estoy contenta con mi cuerpo”, razona Raquel.

Aunque no todas las mujeres optan por una reconstrucción mamaria, para muchas es importante llevarla a cabo porque la mastectomía es vivida como una doble amputación, la física del seno y la psicológica asociada a la pérdida de una parte esencial a su feminidad.

La culminación de un sueño: la maternidad

Una vez superada la enfermedad, Raquel retomó su vida en el punto en el que la dejó: “Mi deseo era tener hijos y tenía muy claro que haría todo lo que pudiera para conseguirlo. Me informé de quién era la mejor y por eso fui a Juana Crespo. Haber tenido un cáncer suponía luchar un poquito más, pero no ya por el cáncer sino por lo que éste trajo consigo, sobre todo el paso del tiempo”.

Raquel por fin tiene la oportunidad de retomar sus sueños y sus proyectos, pero también de hacer caso omiso a todos aquellos que opinaban que la estimulación podía hacer que el cáncer de pecho volviera de nuevo. Con 40 años y gracias a una estrategia de tratamiento personalizada con un protocolo de estimulación muy controlado y con una preparación endometrial muy trabajada, Raquel fue madre. 

Cuando echa la vista atrás recuerda lo que le supuso ver que a su alrededor todo el mundo tenía hijos o estaba embarazada y ella no podía dejar de pensar: “jo, por qué yo no, ¿tanto pido?”.  Hoy, a pesar de haber visto cristalizar su deseo de ser madre en la primera transfer, Raquel no puede dejar de pensar en aquellas mujeres que acumulan intento tras intento o aborto tras aborto. Para ellas manda el siguiente mensaje: “Hay muchas maneras de ser madre, si es ese tu deseo ve a por ello con todo, no hay medias tintas. ¡Lucha!”.